lunes, 7 de noviembre de 2011

Presentacion de El entierro de la tristeza



La cámara de Aragón Televisión parecía una bazuca que expulsara la pesadumbre a mucha distancia del Pequeño Teatro de los Libros. Allí se celebró el pasado jueves, a las ocho de la tarde, la presentación de Despedida de Tristeza, un libro de cuentos escrito por Jorge Gonzalvo e ilustrado por Cecilia Varela. En el centro del escenario había un hombre con cuya emoción era difícil no empatizar, casi abrumado por el público que rebasaba ampliamente el número de butacas de la librería. Fernando Rivarés lo presentó como un artista y definió la obra como “un poema ilustrado”. A la derecha del autor, Ester Sebastián, de Lóguez Ediciones, leyó una carta de Cecilia Varela, en la que comentaba la dificultad de ilustrar un libro en que la tristeza se convierte en ausencia, en sentido inverso al habitual.

Cuando intervino Jorge Gonzalvo lo hizo de un modo algo inesperado, mencionando en primer lugar su anterior obra Te regalo un cuento. Después la introdujo en un sobre y comenzó a hablar de la tristeza de un modo alegre, con una sonrisa en los labios. Conjeturó acerca de las innumerables formas que este sentimiento puede asumir en la mente de una persona. Luego abrió el pequeño libro y mostró las ilustraciones de Cecilia: árboles, barcos y un pájaro en la portada que expresan “el vacío” que la tristeza deja en el corazón humano y que, con sus relatos, aspira a expulsar para siempre.

Un ambiente cálido se respiraba en el Pequeño Teatro de los Libros, enmarcado por un amplio telón, lleno de volúmenes situados en muebles circulares y con un escenario musical detrás de Jorge, Fernando y Ester. Todos los elementos contribuían a borrar cualquier distancia entre las diferentes disciplinas artísticas. Para finalizar la presentación, el grupo zaragozano La ley, del cual forma parte Jorge Gonzalvo como bajista, se puso a los mandos de los instrumentos. Interpretaron con buen tino canciones propias y de maestros como Silvio Rodríguez. Después ya solo quedaba celebrarlo con una copa de vino, pues no hay tristeza que se resista a una reunión de camaradas, aderezada con buena música y con la compañía protectora de los libros.

Carlos Gamissans

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