jueves, 11 de octubre de 2012

Una saga marinera española, de Luis Delgado Bañón

Las hasta ahora veintidós novelas ―si contamos la que está a punto de ver la luz a finales de noviembre― que componen la Saga han surgido de la pluma―o del teclado― de Luis Delgado Bañón, capitán de navío en situación de retiro, proveniente de familia de marinos, con larga tradición. Al modo de los episodios galdosianos, Luis Delgado novela la historia naval (y la terrestre) española desde mediados del siglo XVIII y espera llegar hasta la guerra civil del 36. Cada año publica dos volúmenes, lo que supone un esfuerzo enorme, puesto que todas sus obras conllevan una concienzuda tarea de documentación histórica, además de la geográfica y la propiamente naval, si bien esta última está muy controlada por el autor debido a sus largos años de permanencia en la Real Armada.

La Saga tiene su origen en un personaje de tierra adentro, Francisco Leñanza, que se empeña en hacerse marino pero su llegada al mar discurre por derroteros muy distintos a los deseados, ya que por azares de la vida es hecho prisionero y llevado a galeras, al penal de Cartagena. A partir de ahí, el siguiente Leñanza, su hijo Francisco, apodado Gigante, como su padre, por la complexión física que exhibe, entra en el cuerpo de Guardiamarinas y coincide en la escuela con el segundo personaje de la serie: Santiago Cisneros, futuro duque de Montefrío, apodado Pecas, por la gran profusión de ellas en su rostro. Bajito y algo aniñado de aspecto, ingenioso y polvorilla, Santiago es el contrapunto de Francisco. A lo largo de la Saga, van a protagonizarla dos amigos, a lo largo de varias generaciones, que además, serán cuñados: Santiago y Francisco, o Santiago y Beto, unidos por una fuerte amistad, por el amor a la mar y la fidelidad a la Real Armada y a España. Las aventuras de estos personajes llenan de vida, de humor o ardor guerrero las páginas de las novelas que componen la Saga. Con ellos capeamos terribles tormentas, nos defendemos de ataques piratas, o libramos batallas navales contra el enemigo de turno, inglés o francés, según la época, buscamos barcos perdidos o tesoros escondidos. Y todo ello le sirve al autor para llevarnos donde quiere: es decir, para contarnos una serie de episodios históricos donde la Real Armada tiene un papel, a veces triunfante y exitoso, a veces vencido y penoso, pero muchas veces desconocido, y que el autor quiere recuperar y sacar del olvido. 

Mucho se ha escrito sobre tema naval por parte de autores británicos, dueños del mar durante siglos; la Royal Navy ha sido modelo de eficiencia, muchas veces letal para sus enemigos. Sin embargo, los autores británicos presentan la historia desde su ángulo, dejando un tanto de lado el rigor histórico, guiándose más bien por la fabulación literaria, lo que a veces les lleva a describir maniobras marineras un tanto inverosímiles, abusando del desconocimiento que el gran público pueda tener de esos detalles. Era necesario, pues, abordar la tarea de presentar la historia naval desde ángulo hispano. Luis Delgado reivindica como escritor histórico, el punto de vista español, muchas veces desatendido y olvidado, cuando no tergiversado por versiones ajenas.

Recrea el autor episodios de las luchas contra los piratas argelinos, intentos de recuperar el Peñón de Gibraltar, con las famosas cañoneras del general Barceló, la Guerra contra la Convención francesa, la de la Independencia, alternando con diversos episodios en tierras americanas, Cuba, Nueva España, Perú, California, La Plata, mostrando la importancia de una Armada fuerte para el mantenimiento de las posesiones de ultramar, y por consiguiente, al decaer el poderío naval español es cuando surgen los movimientos de independencia americanos. Y no sólo recrea la guerra en la mar: describe la situación de la Armada en tierra, la política española de cada época, los graves problemas y las decisiones acertadas o equivocadas que los gobernantes tomaron. Desfilan políticos como el bailío Valdés, los generales Escaño, Barceló, Mazarredo, Gravina, Churruca, Alcalá Galiano, y otros muchos no marinos: Godoy, Carlos IV, Fernando VII, diversos ministros y secretarios, generales y oficiales del Ejército.

La otra intención del autor al escribir esta Saga consiste en la recuperación del rico léxico marinero de épocas pasadas, «la parla de la mar», en realidad un conjunto riquísimo de palabras, un vocabulario llamado de etimología naval muy olvidado y a veces muy maltratado por desconocimiento en obras oficiales. Por lo que sus novelas están cargadas de expresiones y diálogos muy jugosos y pintorescos. Consigue con ellos crear un clima que nos transporta a la época de que se trata, así como hacernos sentir el balanceo del barco bajo nuestros pies y el olor a salitre en la cara. Con esa «parla» nos cuenta múltiples historias curiosas e interesantes sobre descubrimientos, fundaciones, aventuras diversas en la mar, mitos y leyendas, lo que aporta riqueza y entretenimiento a cada novela, además del propio relato del hecho histórico en cada caso. 

La ficción se entremezcla, pues, con los hechos históricos, de modo que a veces el protagonista Leñanza ocupa el lugar de un personaje real, como una licencia literaria. Luchamos con él en la batalla de Trafalgar, cómo no, y en la del Cabo San Vicente, y en muchas otras, pero también viajamos por mares del sur, doblando el cabo de Hornos y recorriendo la costa americana del Pacífico o las peligrosas aguas del Caribe. Y con los ojos de un Leñanza o un Cisneros, recorremos el mundo sintiendo el viento en las velas y oyendo crujir la arboladura y tensarse las jarcias.

Ariodante
Octubre 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantan los libros que tienen como escenario el mar o que guardan una estrecha relación con él. Esta saga española no la conocía, así que me la apunto.

Muchas gracias por esta entrada. Creo que para muchos este autor va a ser todo un descubrimiento.